Los anarquistas de lo simbólico.
Vamos de nuevo por lo mismo: apostando de nuevo al ataque de las expresiones materiales. Las representaciones simbólicas le dan a las jerarquías de todo orden su carácter sagrado. Son estas representaciones la que llenan su sistema de significados, y es contra lo sagrado inmiscuido en lo más íntimo de nuestras vidas hacia donde deberíamos atacar. No sé que tan útil y efectivo sea lanzar una molotov contra La Moneda o romper un Burger King si no tenemos una propuesta moral y ética que fundamente y explique los actos de violencia. Deberíamos saber distinguir entre institución y edificio. No sé si al quemar a un carabinero se esté incendiando la estructura jerárquica y la opresión policial, en su función de paladín del Estado; no sé si las llamas en La Moneda estén haciendo arder la Institución del poder. Un edificio no hace a la institución, es la institución la que llena de significado al edificio.
Y ustedes, los "anarkistas" (y déjenme escribirlo con K), están respondiendo a los espacios que este mismo sistema está entregando: ¡es jugar la pichanga que ellos proponen! Es celebrar los cumpleaños que ellos quieren, es atacarlos cuando ellos quieren y hacia donde ellos quieren. Las acciones violentas simbólicas solo están dejando en claro que el movimiento libertario se mueve en parámetros sistémicos y reaccionarios, cargados de un nihilismo impresionante y descubriendo la increíble falta de criterio de sus adeptos. Tampoco está de más mencionar el gustillo del "movimiento" de agarrarse de máximas y expresiones marxistas que nada tienen que ver con nuestra idea. Que conciencia y lucha de clases, que "malditos burgueses", que "los choros de la pobla". Me parece iluso e ingenuo confiar hoy en un proletariado inexistente, en un pueblo que reproduce las actitudes jerárquicas y opresoras del sistema que les tiene el estómago lleno y el cerebro vacío. El trabajador de hoy no es el de la salitrera de ayer, el obrero de hoy no participaría en una huelga de la carne, a menos que se pusiera en riesgo su capacidad de comprar el cuarto televisor para su casa. El obrero hoy vive en un estado de absoluta pasividad estupefacta, en la satisfacción de lo mínimo, producida por el sistema capitalista, la sistemática amnesia histórica, gran trabajo del Estado, y la miseria intelectual producida por los vientos jerárquicos de todo orden. ¡Es tiempo de desacralizar! ¡Es hora de romper con lo sagrado! ¡Es hora de respirar la anarquía! Y la anarquía, en su carácter inherentemente iconoclasta, rechaza todo lo sagrado. Entonces, ¿por qué hemos de respetar las fechas "revolucionarias"? ¿Por qué la presencia de los libertarios ha de ser de una violencia reaccionaria solo en protestas, dejando de lado la destrucción de los parámetros autoritarios en nuestro diario vivir, comer, caminar, hablar, follar, beber, etc., etc.?
Se está descuidando la Idea, se están diluyendo nuestras ideas, entregándoselas en bandeja al Poder, siendo nosotros mismos, los más autoritarios y religiosos del mundo.
La acción violenta sin sentido, el juego a la guerrilla callejera infantil no conducirá a nada sin una propuesta moral y ética: sin la educación, seguiremos remando hacia el mar más oscuro, hacia el ocaso de nuestro proyecto. Hemos de volvernos sobre nosotros mismos y saber que esto solo se logrará rompiendo lo sagrado, rechazando la autoridad desde nuestras relaciones y sabiendo lo que realmente funciona como una fuerza destructora y creadora, y que es lo que realmente prevalece: una molotov puede ser fácilmente apagada por un chorro de agua, pero ni todo el mar de este mundo es capaz de ahogar una Idea.
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