Sunday, February 25, 2007

fauna


Caminé cuatro veces descalzo por el techo de trenes detenidos
en cada pie una canción
nunca de cuna y siempre de camas tibias y de hedor fugaz
ya no habían ojos de piedra sino aplastados caballeros en las ventanas de la esquina
en la esquina de huidizos odios
chorreando en mi cara, la cara misma esta en la que llevo
el grito lento,
acallado, extendido en diarios rápidos
de las voces familiares
cuando me di cuenta que más que llevarte de la mano era tu mano la que me llevaba
así:
sola, desprendida, extendida en diarios rápidos

y trataba yo de sacarte como fuera del espejo y de los vidrios, como siempre
como siempre yo, hablando de los vidrios como fragilidad imberbe
como siempre yo, con el corazón hirviendo y las costillas cercanas a Américo Vespucio
corriendo por la Alameda
estrellándome en cuanta vitrina encontrase en rincones de Huérfanos
llorando a la par con la vieja de las pastillas, loca, ardiente y loca
infinitamente más linda que yo
dentro de sus cavidades y dietes rotos y comidos por ella misma en un acto de desesperación
igualmente comparable con el diseño de las jirafas amortajadas
por el león suelto de la casa de metros de lejanía y el portero inútil
y yo, yo sin tanta fauna me quedo más solo
y no me puedo reír de mi amigo sin extremidades
ni de la cabeza del león blanco depositada en mi regazo
y sin el consentimiento de ese cuerpo que quise acariciar por tanto pelaje
por tanto pelaje que encontrase en rincones de Malloa
bañado en un tercio por whiskey caro y el otro quinto en vino del malo

y se enrollaba en caracol

y sacaba formas de humo y colores de viento

y se saciaba en sus propias lombrices el vaho de cordilleras rotas

y me mordía cual avispa en cordones de fuego

y trabajaba invicto

invicto

en las campañas del aserrín cual termita

y me ponía tras las rejas.

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