Sunday, November 12, 2006

Los poetas y la institución


Buscar el reconocimiento institucional para la poesía responde directamente a un planteamiento del ego. La sublimación de la experiencia poética, en vez de darse en la lectura, o en el goce íntimo o en cualquier instancia de compartirla como instancia creativa y producto de cratividad personal, se da en el proceso de validación pública. Y entiendo, en ese contexto, el espacio público como representación jerárquica de interacción social. ¿Por qué?, bueno, porque el "poeta" que busca este reconocimiento, busca el enaltecimiento de su obra y la validación de las masas como artista. Enaltecimiento que la pone por sobre los otros, generando intancias divididas y jerarquizadas de validez literaria, es decir, pudiendo establecer el criterio de cual poesía si lo es y cual no.

Pero yo no logro entender este combate de egos. No logro dar con sus objetivos. Porque la obra de arte no puede separarse de las ideas, las percepciones estéticas, por muy "arte por el arte" que sean intencionadamente generadas, contienen un componente ideológico fuerte: la poesía del poeta borracho joven y loco que no le importa nada, será una nueva forma de nihilismo despreocupado, la poesía popular y proletaria será obviamente relacionable con la estética marxista. Pero, ¿qué buscan los poetas poutpourrí, de todo un poco, avocados al reconocimiento institucional? Simplemente eso, el reconocimiento para la vitrina, el trofeo y el premio, el alimento del ego.

La poesía no debería reducirse a eso, a la dependencia del otro como validador de la experiencia inscrita en los circuitos formales. Debería ser parte del goce y la protesta cotidiana.

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